
¿Qué es el minimalismo?
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Seguro has escuchado por allí la frase “menos es más”, una de las más acertadas para describir al minimalismo.
El minimalismo consiste en reducir al máximo el uso de productos y elementos en cualquier tipo de expresión artística, así como en nuestra vida cotidiana.
¿Esto quiere decir que mientras menos cosas tenga más minimalista soy? No exactamente, llevar una vida minimalista significa vivir con lo esencial.
Se aplica en diferentes ámbitos de la vida: decoración del hogar, pertenencias personales, arte, consumo de contenido y más.
El objetivo principal del minimalismo es vivir una vida feliz y mucho más práctica, evitando abrumarnos y/o sabotearnos con exceso de información y cosas materiales que realmente no necesitamos.
Tener una vida minimalista va mucho más allá de tener pocas cosas o no llenarnos de cosas innecesarias, es casi como una terapia, un respiro.
El minimalismo es una oportunidad para conectarte contigo, te permite identificar tus verdaderas necesidades y te brinda tiempo valioso para indagar en lo que realmente eres y quieres para vivir una vida más rica en experiencias y más liviana en cosas.
Una vez que todos los elementos innecesarios que siempre han estado abrumándote desaparecen, tienes espacio (literal y figurado) para hacer esas cosas que sí van a aportarle algo significativo a tu vida.
¿Cómo vivir una vida minimalista?
Cuando estamos acostumbrados a vivir una vida consumista es difícil identificar los elementos sobrantes, ya que consideramos todo como algo esencial para nuestro día a día (aunque realmente no lo es).
El primer paso para comenzar a vivir una vida minimalista es evaluar todo lo que tienes y descartar aquellas cosas que no has utilizado en un período de 6 meses o más.
Cuando has pasado tanto tiempo sin utilizar algo, realmente no es esencial y la vida sin ese objeto seguiría su marcha sin ningún problema.
Por otro lado, también es importante evaluar qué tan prácticas y cómodas son aquellas cosas que sí utilizamos diariamente: bolsos, carteras, billeteras, chaquetas, lentes, etc.
Muchas veces, estos elementos son innecesariamente grandes o muy incomodos, lo que también sabotea nuestro objetivo de vida minimalista.
Por ejemplo, una billetera excesivamente grande o con demasiados bolsillos y compartimientos termina siendo contraproducente, ya que nos incita a guardar más cosas de las que necesitamos o simplemente es demasiado incómoda para llevar.